Había una vez un guacho que se llamaba Alí Babá.
Vivía muy lejos de las mil y una noches y de Bagdad.
El día que fue a la escuela, estaban de paro y no pudo entrar.
Entonces se dijo “Bueno, quiere decir que en vez de estudiar,
me mandan a que decida por donde me quiero ir a chivear”
Entonces se fue sin rumbo por esas calles Alí Babá.
Algunos lo saludaban diciendo “Hola, ¿como te va?”
Y luego querían cobrarle impuesto al saludo, ¡qué decepción!
Algunos otros optaban más bien por no prestarle atención.
Estaban concentradísimos cada cual en su transacción.
Así fue pasando por diferentes barrios Alí Babá.
Y luego ya por parajes que estaba fuera de la ciudad.
Y desde atrás de una roca vio que venían como en malón,
Un grupo de unos cuarenta que se detuvo frente a un peñón.
Y que uno en imperativo dijo a las rocas esta oración:
“Ábrete ciboulette”.
Entonces se abrió una puerta y entraron todos. Y Alí Babá,
También se metió con ellos porque tenía curiosidad.
Y vio con tanta extrañeza, tanta alegría y perplejidad,
Que en ese sitio escondido al margen de toda publicidad,
Reinaban como si nada, verdad, justicia y honestidad.
Reinaban como si nada, verdad, justicia y honestidad.