Cuando vi la tisis
que el mundo escupía en los fusiles de la crisis,
Cuando vi la cana
que crecía en la cabeza de la especie humana.
Cuando vi la tara que tenían en la cara,
los esbirros de la muerte, propietarios de la vara,
pensé “Apocalipsis ya, Apocalipsis ya”.
Los niños prometen futuro juntando en el campo,
florcitas para la tumba de sus infancias.
No digas que no hay esperanza, los rayos del sol
en el plancton auguran nuevas formas de vida inteligente,
y donde hay vida inteligente, hay vida estupida siempre también.
Cuando en la platea
densa, vi que la entropía tanto nos desea,
cuando vi la tapa
de la evolución en el misil que un día escapa,
cuando vi la borra encasquetada en una gorra
pergeñando con feroz pasión, la última camorra,
pensé “Apocalipsis ya, Apocalipsis ya”.
No digas que no hay esperanza, te mando un misil
con helado de chocolate bañado en crema.
Las cosas no están tan oscuras, hay que reparar
los errores de Adán y Eva de no comerse
enteras todas esas manzanas, porque no alcanza con un mordiscón.
Cuando vi la hilacha
de esta encrucijada tan jodidamente guacha,
cuando vi que el día
de la voluntad de tres o cuatro dependía,
cuando una gavilla que dirije un cabecilla
con cabeza de ladilla se adueñó de la perilla,
pensé “Apocalipsis ya, Apocalipsis ya”.
Pensar que ya todo se acaba tendrá sus encantos,
pero hay mucho más encanto en pensar que sigue.
No insistas con esa milonga tristona, fijate,
la luna como se ríe de las banderas
que le plantaron en su inocencia, lo que se pasa en Adán o de Dios.