Eran las 4 de la mañana, pero él no podía dormir.
Desde Malvín esa ventana le dibujaba un souvenir.
Sólo pensaba en aquellos viajes que de niño quería vivir,
Cargando al hombro bellos tatuajes, nunca parar… siempre seguir.
Él no tenía más que una flor y un amor que nunca siguió. ¡ha ha ha ha!
Desde su casa veía la luna y a ella le cantaba una canción:
La laralalá ié, laralala ié, laralá.
La laralalá ié, laralala ié, laralá.
Pasaban horas y él navegando con su cabeza mirando al mar,
Ya no quedaba otra cosa que divagar… soñando un cuento, nada más.
Él no tenía más que una flor y un amor que nunca siguió. ¡ha ha ha ha!
Desde su casa veía la luna y a ella le cantaba una canción.
La laralalá ié, laralala ié, laralá.
La laralalá ié, laralala ié, laralá.
La laralalá ié, laralala ié, laralá.
La laralalá ié, laralala ié, laralá.
La laralalá ié, laralala ié, laralá.
La laralalá ié, laralala ié, laralá.