Digo tu nombre al viento…
Y el viento me llena los ojos de tierra.
Digo tu nombre al río…
Y el río pasa de largo.
Digo tu nombre entonces,
a una canasta llena de huevos.
Digo tu nombre entonces,
a un semáforo.
Digo tu nombre en fin. a muchas cosas.
Pero ninguna de estas acciones representa para mí,
alguna ventaja apreciable y todo esto me parece insensato.
Y en lugar de seguir diciendo tu nombre,
salgo puerta por puerta con un portafolios,
a vender enciclopedias, y me hago millonario,
y después me muero….
Como todo el mundo.