El precio de la fama (versión 2)

Imaginate m'hijo

April 22, 2019

Cuando Alex Estragón llegó, todos empezaron a disputarse su compañía. “Me dijeron que triunfaste en París”, le dijo en medio de un caluroso abrazo la señora de Bonanini. “Exageran” -contestó él-, “hice un par de conciertos y me fue bastante bien, pero nada más”. “¿No fueron diez conciertos?” – le preguntaron – “Si, en Francia sí, pero, no todos en París”. “Hoy en día, no es tan importante como le vaya a uno en París” dijo Francesco Borderotti, el anfitrión, “Acá estamos aprendiendo a valorizar a nuestros músicos independientemente de lo que diga el crítico de Le Figaró”… “Según La Nación de Buenos Aires” – dijo la señorita Mancilla -, “sos el mejor interprete de Brahms que se haya escuchado en muchos años ¿sabías?”. “Brahms es algo verdaderamente hermoso” dijo Alex. “Ella no hablaba de Brahms, sino de su forma de interpretarlo, Misié” dijo Tibor, el camarero que estaba distribuyendo copas de vino espumante. La joven Jeanette Bonanini, tomó de la mano a Alex y lo condujo hacia el piano. “¿Qué vas a tocar hoy para nosotros?” -le preguntó-. “¡Que sea Hyden!” Gritó su madre, “¡No, mejor algo de Ravel!” Se oyó desde otra parte, “¡Cernick, Cernick!” Suplicó un anciano, cuya vida parecía ir en eso…”¡Perdonen!, pero no tengo nada en dedos en este momento”. “Ahh ¡Vaamos, si tocaste la semana pasada en Praga!” -protestó la señorita Mancilla-…”Siii, pero mmm…, bueno, esta bien, voy a tocar un poco” -dijo Alex- y reguló la altura del taburete. “No doy crédito a mis oídos, ¡Va a tocar!” Exclamó la esposa de Borderotti con la voz turbada por la emoción. “Mis hijos no van a poder creer que yo presencié esto”, dijo el doctor Bonanini. Tibor, preguntó a la cocinera, que se había asomado para escuchar “¿Crees que Misié me firme un autógrafo si se lo pido?”…. Alex Estragón, sin previo aviso, atacó la Sonata Patética, de Beethoven. Además de pasmar a cuantos ya lo conocían, logró maravillar al hijo de los anfitriones; un adolescente, hasta entonces sólo dado al sexo, a la droga y al rock and roll…. Enseguida, y sin un respiro, Estragón se entregó a la transcripción para piano, que de la Fantasía Cromática y Fuga de J. Sebastian Bach hiciera Ferruccio Busoni. Esto, causó tal estupor que cuando Tibor pasó con una bandeja ofreciendo champagne y saladitos, ¡Nadie! le prestó atención. Alex, tocó entonces, Para Elisa…”Además de ser un gran artista – susurró la señorita Mancilla al oído de Madame Borderotti – es un showman muy hábil: Fijáte, como nos manda esa risita ligera para distendernos”. “Siiii…, y además es tan guapo” – respondió la anfitriona – …Al acabar Para Elisa, Estragón pidió a los presentes la máxima concentración de que fueran capaces, anunciando que abordaría el ciclo completo de las Sonatas de Mozart…, esto, casi literalmente erizó de cuerpo entero a todos, transformándolos en verdaderos signos de admiración… … “Menos mal que dijo que iba a “tocar un poco””, bromeó el doctor Bonanini al oído de su esposa, quien miraba embelesada la expresión de profundo recogimiento adoptada por Alex Estragón, cuya postura -salvando las distancias- era análoga a la del gimnasta que toma carrera antes de un salto largo… “Tengo la sensación de que esto va para largo”, dijo a los 40 minutos la cocinera al camarero… “y si” – dijo él-, “tenemos que pagar el precio de su fama…” … Francesco Borderotti, entrecerró los ojos. La joven Jeanette, advirtiendo esto, lo despabiló con un discreto pisotón. “Perdón” -dijo él-, “es que hoy tuve un día pesado y creo que no estoy en las mejores condiciones para apreciar la magnificencia de esta obra, pero descuide, me voy a esforzar, no todos los días se tiene el privilegio de …” “¡Shhittt!” interrumpió la señorita Mancilla. Borderotti calló, pero sobre el final de la última sonata, estaba dormido como un tronco…, …”Ahora, voy a tocar Brahms” declaró Estragón al terminar. “¡Qué maravilla!, su especialidad” -festejó el anciano bisabuelo de Jeanette-…”¿Cuánto dura éso?” -preguntó la cocinera- ….La señorita Mancilla la oyó, y volviéndose, le dedicó una mirada incriminatoria. Alex, tocó las Baladas y también un par de rapsodias …, el doctor Bonanini debió excusarse para ir al cuarto de baño… “cuando vuelvas voy yo le dijo su esposa” y dirigió un gesto a Tibor para que le sirviera un saladito…Los aplausos al cabo de la última rapsodia, despertaron a Francesco…”¿No creen que sería un buen momento como para un pequeño intervalo?” – dijo su esposa -, buscando una aprobación general a su moción. “Si es por mi Madame Borderotti” -dijo Alex-, “le aseguro que no estoy fatigado, es más, ¡Me están viniendo ganas de tocar!: ¿Qué les parece Chopin?.” Y sin esperar respuesta, se abocó a la ejecución de Los 27 estudios… “Bueno, en realidad, no sé sí…” -empezó a decir la anfitriona-, pero los arpegios ahogaron su voz. El doctor Bonanini regresó del cuarto de baño: “¿¡Todavía sigue!?” -preguntó-. “Si, como ve”, le contestó Tibor. La esposa del doctor tomó la posta del cuarto de baño. La señorita Mancilla se levantó a estirar un poco las piernas, se acercó al piano y cuando el pianista concluyó la décimosegunda pieza, le propuso hacer un alto para distraerse en algún juego grupal, pero Alex no le prestó atención. Tan ensimismado estaba en los cuatrillos del número 13 (los que acompañaba con graciosos saltitos de todo su cuerpo) “Siii, yo creo que podríamos hacer algo un poco más frívolo -dijo Madame Borderotti- como bailar o jugar al Rango.” “¡Alex!, te integrarías tú al juego” preguntó la señora de Bonanini, que acababa de regresar ya aligerada…. “¡Perdonen! -interrumpió la cocinera-, pero ¿Qué hago con el faisán? ¡Son más de las tres de la mañana!…” “¡Diga a Tibor que lo sirva, por favor!”, le ordenó su patrona. “¡Si!, por favor”, dijo Francesco. “Que bueno, estoy muerta de hambre”, acotó la joven Jeanette. Alex Estragón insistía con Chopin indiferente a lo que ocurría a su alrededor. Tibor, empezó a distribuir los platitos. “¡Alex!, perdón, podría suspender un momento su interpretación por favor”, dijo el doctor. “No lo tome a mal pero, sabe lo que pasa, es que me está doliendo un poquito la cabeza.” “Siii, apoyó su mujer: además creo que la comida nos va a caer mejor si hacemos un poco de silencio…” Estragón hizo caso omiso del pedido…, y terminadel último de los estudios, se adentró en los ejercicios del Pianista Virtuoso de Hanon. “¡Alex! ¡En serio, por favor! pare un poco”, le suplicó la señorita Mancilla: “usted sabe, que nadie lo admira más que yo, pero…” “¡Suspendé Alex!” dijo Francesco Borderotti más expeditivo. El pianista no se dio por aludido. “¿Se sirve faisán?” Le preguntó el camarero sin obtener respuesta. “¡Tiráselo por la cabeza!” aconsejó la cocinera. “¡¡Alex!! ¡Por favor! ¡Me siento mal!” dijo la señora de Bonanini… “Escuchen, escuchen” dijo Estragón -sin dejar de tocar-: “estos estudios, habitualmente se tocan como ejercicios, pero a mi me parecen bellísimos, ¿No están ustedes de acuerdo?….” “¡¡¡Alex!!! ¡¡Terminála!!” le contestó Francesco. “¡Basta, no me lo banco más!” gritó la cocinera. “¡Córtela Misié!” dijo Tibor visiblemente molesto…, pero el pianista no acusaba recibo del ánimo reinante en la reunión….y, en ciertos momentos se puso a apoyar lo que tocaba con un tarareo en base a las sílabas la y ra… “¡¡¡ALEX!!! -le dijo severamente la señorita Mancilla-: tus interpretaciones han demostrado que eres una persona muy sensible, te pido que apeles a esa misma sensibilidad para darte cuenta que en este momento quisiéramos un poco de silencio.” “Oigan esto” contestó Estragón -interrumpiendo el Hanon-para meterse en el estribillo de la canción paraguaya: Pájaro Campana…. “¿No es maravillosa su sencillez?” “Si, es maravillosa” le dijo Francesco, “pero ¡Basta! ¡Se terminó!…” “¡Caput!” dijo el anciano bisabuelo de Jeanette y cerró la tapa del teclado sobre los dedos del pianista. Este, pegó un aullido, pero levantó nuevamente la tapa y continuó tocando … “Pero. ¡Escucháme un poquito pedazo de imbécil!” -le dijo Madame Borderotti-: “Este es MI piano y si yo te digo que tenés que parar ¡Tenés que parar de tocar! ¡Entendiste!”…Francesco se le acercó para abofetearlo, pero tropezó y cayó sobre la señora de Bonanini … Estragón aprovechó para tocar Sueños de Amor de Liszt … La cocinera, se le acercó con sigilo blandiendo un huesito de faisán: “¡¡Tomá pelotudo!!” -le dijo- y se lo metió en la boca. Alex, lo escupió sobre la señorita Mancilla… El doctor Bonanini y Tibor, tomándolo cada uno a Alex por un brazo, lo arrancaron del piano y con la ayuda de todos los demás, lo llevaron hasta la puerta y lo arrojaron escalinatas abajo. “¡Te vas a la puta que te parió, gil!” le gritaron a coro despidiéndolo luego de un portazo… “Puf, ¡Qué plomo!” dijo Francesco acomodándose la ropa. “¡Hay gente que no se sabe ubicar!” Dijo la cocinera….. “Bueno, bueno…, por fin todo terminó” -dijo Madme Borderotti-: “mmm, tengo ganas de bailar, ¿Qué les parece si ponemos algo de música?. “