Aquella mañana el sol no salió.
Pero Doña Juana nunca se enteró.
Bien de madrugada se fue a trabajar.
Meta pinceladas, dele cementar.
Maquinas, polvillos, ruidos de metal.
Mecánicos grillos, chirriante ritual.
Luego a la salida, Juana en el montón,
entre la estampida, corrió hacia el portón.
En la noche fría sobre el hormigón,
Juana se escondía en su chaquetón.
Al llegar a casa, su hijo en un temblor.
“Hijo, ¿Que te pasa? Dime por favor.”
“Mamá, tengo frío, hoy no salió el sol.”
“Vamos hijo mío, si eres tú mi sol.”
Sin comprender nada, Juana lo besó.
Y luego cansada, pronto se durmió.
Aquella mañana el sol no salió.
Pero Doña Juana nunca se enteró.