En la puerta del juzgado,
Los amigos, los parientes
A cuál mejor empilchado,
Muy alegres y sonrientes
Sin dientes, esperaban a los novios.
La novia bastante tarde
Acudió y por un buen rato.
Quizá para hacer alarde
De sus rosados zapatos,
Baratos, se desplazó entre la gente.
El novio no aparecía
Y miradas desconfiadas
Se intercambiaban las tías
De la novia y las cuñadas,
Peinadas, con bucles de circunstancia.
El tiempo siguió corriendo
Y la novia de repente
Se vio venir algo horrendo.
Algo que frente a la gente
Decente, la iba a dejar mal parada.
Cuando se tornó evidente
Que el casorio no se haría
Ya los menos indulgentes
Con chismes y habladurías
Vacías, explicaban el suceso.
A la novia por consuelo
Le insultaban según creo,
Al traidor de sus anhelos
Por farsante y fariseo.
Que feo, dejar tan mal a esta chica.
Más por dentro los presentes
Rumiaban insatisfechos,
Que ella prematuramente
Lo había llamado a su lecho.
Bien hecho, que pague las consecuencias.
De pronto llegó al juzgado
Una noticia funesta.
El novio se había matado,
Hay velorio en vez de fiesta.
Orquesta, a cambiar de repertorio.
El muchacho se había muerto
En camino al casamiento
Bastante cerca del puerto
En un choque muy violento.
Lo siento, dijo el actuario a la novia.
Fue un original velorio.
Masitas a troche y moche.
La novia lloró el velorio,
Su padre lloró el derroche.
Que noche, que mano para irse al mazo.
Mas la chusma no perdona
Y entre pésame y vinacho,
Alguien menciono la zona
Donde había muerto el muchacho.
Me cacho, el novicio fue a entrenarse.
Otro dijo que el finado
En un arrepentimiento,
Habría ido al puerto embalado
Para tomarse los vientos.
Presiento, que este fue su pensamiento.