No estoy seguro, pero una sospecha
a mí me acecha cada vez peor;
hace ya un tiempo que algo diferente
se ve y se siente en el monitor.
No tengo pruebas orales ni escritas
pero palpita en mi corazón
más que una duda, casi la certeza
que en mi cabeza hay una hinchazón.
(Hay, sí, ay).
Mi cibernovia me mete los cuernos;
no se me ocurre otra explicación.
Yo me di cuenta porque cuando hablamos
ya no me presta la misma atención:
ya no me escribe frases tan vistosas
y se equivoca en la puntuación
y si la apuro, dice que hay problemas
y que se va a cortar la conexión.
Mi cibernovia, mi cibernovia,
es más que obvia su sórdida traición.
Mi cibernovia, mi cibernovia
está destruyendo mi cibercorazón.
Mi cibernovia me mete los cuernos
y tengo idea de con quién será:
es ese tipo que siempre se pone
distinto nombre cuando entra en el chat.
Cómo demora para contestarme,
siendo que antes era tan veloz.
Seguramente tiene otra ventana
y está de parla con ese chavón.
(Sí, es él, estoy seguro).
Yo que tenía tantas esperanzas
tanta confianza en este amor virtual,
libre de todas las complicaciones
que se presentan en la realidad,
ahora me encuentro con que en este ambiente
también se cuece la infidelidad,
y ni siquiera puedo ir con un caño
a sorprenderlos en su intimidad.
Mi cibernovia…yo que tenía
el disco duro ardiente de frenesí…
sofisticada tecnología:
ahora mis cuernos son de treinta y dos bits.
Mi cibernovia, mi cibernovia,
qué desazón, que atropello a la virtud;
mi cibernovia, mi cibernovia,
en cualquier momento la bajo del menú.