La cita

Imaginate m'hijo

April 3, 2019

Un hombre sentado solo en una mesa de un bar junto a una ventana que está abierta. Una muchacha viene caminando por la calle. Pasa por al lado de la ventana y el hombre le dice… (algo que está escrito acá en este papel). Ella lo mira y le pregunta: “¿A mí me hablás?”
Él enrojece y contesta: “Sí, pero le pido disculpas”.
Ella dice: “¿Puedo pasar?”
Él contesta que sí, mientras se lleva la mano al bolsillo del saco y examina el escaso contenido de su billetera.
Ella dice “No te hagas problema, pienso pagar lo que consuma”.
La muchacha, vista desde la calle, franquea la puerta del bar. Mientras dice “hola”, retira un poco de la mesa la silla en la que se va a sentar, para poder hacerlo. Se trata la silla opuesta a la del hombre respecto de la mesa.
El hombre enciende nerviosamente un cigarrillo y luego extiende la cajilla a la muchacha diciendo “Perdoná, no te ofrecí, ¿fumás?”
Ella dice: “No.” Y luego dice también: “Así que… ¿te gusto?”
Él contesta: “Sí claro, pero no sé, en fin…”
Se miran en silencio. El hombre dice: “No te ofendas, pero me gustaría saber ante todo si te sentaste conmigo por razones de trabajo”.
La muchacha lo acaricia y le dice: “No, bobito, estoy acá porque me enamoré de vos”.
Se acercan las caras de ambos. Se besan. Luego la muchacha dice: “¡Uy, me tengo que ir!”
Él contesta: “Esperá, ¿cuándo nos podemos ver?”
Ella dice “Cuanto antes, espero”.
Él dice: “Bueno, nos encontramos a las ocho en Sarmiento y Abel Giménez”.
Ella contesta: “La hora me viene bien, pero no sé cuál es Abel Giménez”.
Él dice “Es la segunda después de Mulligan”.
Ella dice “¿Mulligan? No la conozco. Mejor nos vemos en el bar de Uruguay y Trotski”.
“¿Uruguay y qué?” pregunta él.
“Y Trotski” contesta ella. Él pregunta: “¿Qué calle es esa? ¿Qué nombre tenía antes?”
“No sé, yo siempre la conocí por Trotski” dice ella.
“Y decime, ¿no te vendría bien en Sandokán y Paraguay?” pregunta él. Y agrega: “Yo siempre paro ahí”.
“Mirá, Paraguay la conozco” dice ella, “pero Sandokán no”.
Él contesta: “Bueno, ¿dónde querés que nos encontremos?”
“Acá” dice ella.
“Imposible” replica él, “a esa hora este lugar está tan lleno que no entra un alfiler”.
“Bueno” dice ella, “te voy a dar la dirección de mi casa, creo que va a ser lo mejor”.
El hombre anota mientras la muchacha le dice: “Reconquista y Florida”.
“¡Reconquista y Florida no se cruzan!” dice él, levantando la vista del papel.
“¿Me vas a decir a mí?” dice ella. “Yo vivo ahí”.
Él contesta: “Sé perfectamente que no se cruzan, toda la vida trabajé por esa zona”.
“Bueno” dice ella, “si te parece que no se cruzan, entonces no vengas nada”.
“Claro que no voy a ir” dice él. “No me gustan las bromas pesadas”.
“¿Sabés una cosa?” dice ella. “Sos un imbécil, si te digo que vivo ahí es porque vivo ahí”.
“Mirá, no sigas con eso porque no me vas a poder engañar, pedazo de estúpida” le dice él.
“Pero nunca vi un tipo más tarado” contesta ella, “La hubiéramos pasado rebién esta noche en mi casa…”
“Sí, sí, andate un poquito a la mierda” dice él.
“La puta que te parió” dice ella.
El hombre se levanta iracundo y vuelca todo lo que hay en la mesa sobre la falda de la muchacha gritando: “¡No te metas con mi madre!”
Atrás, el mozo del bar llama la atención de un agente de policía sobre lo que está ocurriendo. Escena de pugilato entre el hombre y la muchacha. El policía se acerca gritando “alto, alto”. Luego se lleva a los contendientes a una comisaría.
Más tarde el hombre está durmiendo en una celda. Un policía le abre la puerta diciendo: “Despiértese, Gómez”.
“¿Eh?” dice él, incorporándose un poco.
El agente le dice: “puede irse”, y lo conduce a una habitación donde le hace entrega de sus efectos personales. Gómez toma posesión de ellos y dice:
“Quisiera hacerle una pregunta. ¿Podría darme usted la dirección de esa mujer que vino acá conmigo?”
“¡No señor!” contesta enojado el policía, “le prohíbo que vuelva a ver a esa mujer. Si no se lleva bien con ella déjela tranquila y se acabó, ¿está claro?”
“Sí” dice Gómez.