Yo tengo un canario blanco
en una jaula bonita
que gorjea alegremente
si uno se lo solicita.
Es muy feliz con su casa
y con su alpiste goloso
y sólo de vez en cuando
parece un poco nervioso.
Un buen día, distraído,
olvidé la jaula abierta
y me asombré al ver que el vivo
se quedó y cerró la puerta.
Cierta vez, sobre sus rejas,
vió pasar un pajarito
que libre surcaba el cielo
con rumbo desconocido.
Y exclamó, por Dios! qué es esto?
qué falta de seriedad!
y así anda el mundo que aún dejan
canarios en libertad!
Sacrificios, gran paciencia
y un trabajo sin desgano,
me costó hacer de un canario
un perfecto ser humano.