Ya no daba más. Mucho laburar,
Pero la sopa transparente.
Y me decidí, al salir de allí,
a ser yo mismo mi gerente.
Con lo que junté y algo que manguié,
puse un puestito de verduras.
Pronto lo equipé y me dediqué
a trabajar sin ataduras.
Y todo el mundo me decía
que esa era la que servía.
Y todo el mundo me decía
que esa era la que servía.
iaiaiaiaiaiaiai.
De noche en el bar, daba de que hablar
mi nueva vida independiente.
Vas a ver que ya caigo por allá,
vas a tenerme de cliente.
Por cada cajón, mi reputación
iba creciendo con orgullo.
Llega fin de mes, lo que espero es,
ya no mi sueldo sinó el tuyo.
Y todo el mundo me decía
que esa era la que servía.
Y todo el mundo me decía
que esa era la que servía.
iaiaiaiaiaiaiai.
Tanta aceptación alcanzó mi opción
entre clientes y vecinos,
que hasta no faltó quien me preguntó
donde compraba los pepinos.
Otro me enteré, que también se fue
del taller en que estaba empleado,
y me lo encontré cargando un for te,*
justo a la entrada del mercado.
Y todo el mundo se decía
que esa era la que servía.
Y todo el mundo se decía
que esa era la que servía.
iaiaiaiaiaiaiai.
Uno por acá, otro por allá,
iban brotando los puestitos.
Fiebre del morrón por el callejón
y epidemia de zapallitos.
No ligué el menor derecho de autor.
La cuadra se inundó de socios.
Vos comprame a mí, yo te compro a tí.
¿Cómo querés hacer negocio?
Y todo el mundo se fundía.
¿Donde está la que servía?
Y todo el mundo se fundía.
¿Donde está la que servía?
iaiaiaiaiaiaiai.
Ahí.
- Un Ford T