Podría ser que cierta clase de locura
pudiera dar a sus pacientes el sabor de la aventura,
de convencerse de que las fotografías de la gente
son esa misma gente, un poco diferente, pasada por el lente.
Si ves una tipa que está lejos en Europa,
poner delante de la foto el plato hondo con la sopa.
Podría ser, podría ser
pero sería una locura inofensiva
si las hay, si las hay, si las hay.
O una variante más peligrosa,
pasando al campo, pasando al campo de la escultura,
una variante más peligrosa en este género de locura,
sería creer que las estatuas
que las estatuas son gente, que son personas
y suplicar, y suplicarle a Luis Alberto
que no vaya a caminarte por arriba.
Esta variante a su vez tiene una variante,
o mejor dicho, una inversión especialmente peligrosa.
Es al revés que lo de hoy.
Ya no creer que las estatuas son personas
sino creer que hay personas que son estatuas:
Creer que Artigas es de bronce y homenajearlo así.
A menos que, a menos que esto ya no sea una locura completamente
y que haya algo de todo esto acá.
Mirá si el tipo está encerrado adentro de su estatua
y no puede salir, y no puede, y no puede, y no puede.