Yo cuando siento que la moral se me tambalea, que la ética está gravemente amenazada, recurro a una tabla de salvación muy poderosa. Es algo que siempre me permite remontar.
Les digo en qué consiste: Harrison Ford.
Pero no el Harrison Ford de la primera época, ese que aparecía en cosas de hippies o de revueltas estudiantiles. No tengo nada en contra por supuesto, todos pasamos por esa etapa. Pero no hablo de ese Harrison Ford del Indiana Jones. Eso tampoco lo critico, está muy bien pero como entretenimiento, no como ejemplo a seguir. Tampoco me refiero al Harrison Ford ya viejo que aparece en películas de cowboys que se pelean con extraterrestres, ahí ya se fue al carajo. Yo hablo del Harrison Ford adulto, maduro, firme en sus convicciones.
Como por ejemplo en “Peligro inminente” donde él es agente de la CIA y otro agente lo quiere envolver en operaciones secretas que le caminan por arriba de la constitución y a la democracia, y se quiere justificar diciendo que el asunto no es blanco o negro. Y Harrison Ford le contesta que no se trata de blanco o negro sino de bien o mal, de correcto o incorrecto, “right or wrong” le dice.
Él ya había hecho ese personaje en “Juego de Patriotas” y ahí se enfrentaba al terrorismo. Pero bueno, algunos podían pensar que lo hacía para defender su sueldo o para defender a su familia que estaba amenazada por los terroristas. Pero no, no era sólo por eso. Y él lo demuestra en “Peligro inminente” porque ahí los malos eran parte del propio gobierno. Eso quiere decir que sus valores iban más allá de defender un empleo público. Aunque sus superiores se lo pidan, él no puede delinquir.
Igual que en “El Fugitivo” donde tiene que andar huyendo porque lo acusaron de un crimen que no cometió. Porque él es incapaz de cometer un crimen. Es increíble que los demás personajes durante tanto tiempo de película no entiendan que él no fue. Él era inocente.
Igual que en “Se presume inocente”. Alguien había asesinado a su amante y… bueno, no voy a decir que estuviera bien que tuviera un amante, pero no me voy a meter tampoco a juzgarlo ¿no? Sin saber los problemas que pudiera haber en la intimidad de su matrimonio. De repente lo que hizo fue un error, quizás tener un amante no fuera la mejor solución.
Está bien. Él no es perfecto, es un ser humano que se puede equivocar, pero no es un asesino por más que en cierto momento la sospechas recaiga sobre él. Yo no estoy de acuerdo con esa parte del guión de la película.
Claro. Está basado en una novela de Scott Turow, y de repente Scott Turow cuando la escribió no sabía que en la versión filmada iba a estar Harrison Ford. Pero cuando él agarró el papel, esa parte la tendrían que haber cambiado. De todos modos, ¿saben una cosa? Me alegra que no lo hayan hecho. Porque de esa manera le dieron a Harrison Ford la oportunidad de probar que él no había sido.
Igual que en esa otra película “Una segunda oportunidad”. Él ahí era un ejecutivo que nunca tenía tiempo para estar con su familia, y también tenía un amante. Pero en cierto momento sufre un accidente y pierde la memoria. Y ahí te das cuenta de que todas esas cosas no eran parte de su esencia, eran cosas adquiridas, eran parte de la alienación del hombre contemporáneo. Porque al perder la memoria, él recupera su pureza original, se convierte en el buen salvaje de Rousseau.
Y ahí como que se va rehaciendo, se va reconstruyendo, se compra un perrito, se transforma en un hombre de familia, como en “Avión Presidencial”. Ahí él es el presidente pero no descuida su familia. Porque no es incompatible un trabajo de tan alta responsabilidad con la dedicación al hogar, el seguimiento de los hijos. Cuando digo seguimiento no me refiero a espionaje, estoy hablando de interesarse por lo que hacen, estar ahí para aconsejarlos cuando lo necesitan.
Y él en esa película va mucho más allá de eso ¿no? Porque los salva, se enfrenta a los terroristas que secuestraron el avión. Es un héroe. Porque él no necesita a la CIA, no necesita a la Agencia Nacional de Seguridad. Es él mismo el que recupera el mando del avión presidencial. La seguridad de su familia no puede depender de terceros.
Como en “Búsqueda frenética” donde desaparece la mujer y él es el que la tiene que salir a buscar. No alcanza con hacer la denuncia a la policía. Es una historia de suspenso, pero ojo, que es de Roman Polanski la película, es arte mayor. Y Roman Polanski no es bobo. No eligió a Chuck Norris para ese papel. No eligió a Jean Claude Van Damme. Eligió a Harrison Ford.
Y yo en mi modesta escala, hago lo mismo. Cuando siento que me voy a hundir en la crisis generalizada de valores que nos rodea, elijo a Harrison Ford y así recupero el norte.