Viejo océano que ondeas,
columnas vertebrales,
espaldas de grumetes magullados;
eres, inmenso, el hematoma
del cuerpo de la tierra,
y un prolongado soplo de tristeza
que trae el viento evoca el eterno sufrimiento
que imprime al hombre su nacimiento.
Viejo océano de forma esférica, que alegra
la cara grave de la geometría;
eres redondo como el ojo de las aves nocturnas,
pequeño como el de los jabalís.
El hombre se cree hermoso,
pero cada hombre piensa
que su semejante es espantoso.
Viejo océano, que tienes la furia y el sosiego
al mismo tiempo en tu naturaleza;
eres distinto de la gente, que un día te saluda
y al otro día ya no te conoce.
El hombre se dice hermano
de otros hombres que vigila,
temeroso, desde su guarida.